Nueva columna semanal con varias localizaciones importantes de nuestro municipio. Alcorcón extraño: Un mago muy especial

Pepito se ajusta su chaqueta y su pajarita justo antes de cruzar las puertas del Hospital Universitario Fundación Alcorcón. A primera vista es otro voluntario de la Fundación Abracadabra. Regala magia en hospitales y centros asistenciales.

Pepito descubrió sus poderes a los once años, cuando logró que el perro de su vecina dejara de cojear durante un rato con un toque leve de su varita del Magia Borrás en la pata. Desde entonces supo dos cosas: que la magia auténtica existe y que solo funciona cuando se tiene fe ciega en ella, tanto el que la hace como el que la recibe.

Es un don caprichoso: ni necesita ni trucos de cámara ni maniobras de distracción. Sus «chispazos» curativos son agotadores y, sobre todo, impredecibles. Si los usa dos veces seguidas, pasa días enteros sin poder levantar un dedo. Aún así, firmó con la Fundación Abracadabra porque los hospitales son los lugares ideales para sacar provecho a sus capacidades.

Hoy le espera Martín, un niño de ocho años con leucemia. Pepito entra con su encantadora sonrisa, le muestra una bolita que tiene en la palma de su mano y la hace desaparecer a la de tres. El pequeño se ríe asombrado y su padre también. Después de varios juegos de manos y, tras el número de la chistera, llega el truco final: Pepito coloca la varita sobre la muñeca de Martín y este siente un hormigueo. No siempre funciona. A veces solo alivia el dolor, a veces nada. Esta vez el pulso se le acelera; la varita emite un crujido y el color sube a las mejillas del niño. Pepito sabe que ha hecho diana, pero finge sorpresa como si todo fuera un simple truco y hace salir de detrás de la oreja izquierda del niño una moneda. Los médicos, incrédulos, hablarán luego de «mejoría espontánea».

Se despide con premura porque cada curación le roba energía y se toma un café en la cafetería para no desmayarse.

Un viernes por la tarde, debe actuar para una niña con insuficiencia cardíaca y un adolescente con fracturas múltiples tras un accidente. Pepito sabe que solo tiene energía para uno de ellos y se siente apesadumbrado.

Escoge a la niña cuando observa el tono azulado de sus manos debido a la falta de riego. El primer toque de los tres que cuenta con la varita para hacer aparecer un conejo de la chistera, lo dirige hacia la niña, señalando con disimulo su corazón. El aire se vuelve denso y una pequeña esfera de luz blanca salta de la punta de la varita hacia el pecho de la pequeña. Inmediatamente la saturación de oxígeno sube del 80 al 98 %. Pepito apenas puede mantenerse en pie y se despide rápidamente. Al salir de la habitación tropieza con un carro de comida. El adolescente lo ve desde su cama y aplaude creyendo que también es parte del show.

Esa noche, Pepito no duerme. Se pregunta si tomó la decisión correcta.

A la mañana siguiente, envía un mensaje al coordinador: «Necesito una semana de descanso. Pero vuelvo. Debo volver».

Se arrastra hasta llegar a su sillón y con un chasquido hace aparecer un simple clavel. Lo coloca en un vaso con agua que tiene en una mesita auxiliar anexa. Lo mira abrirse con los rayos de sol que entran por la ventana y sonríe. Porque mientras exista un solo niño que crea en la magia, él seguirá les seguirá entregando su vida.

*Queda terminantemente prohibido el uso o distribución sin previo consentimiento del texto o las imágenes propias de este artículo.

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