Última columna de esta saga extensa y periodística del municipio. Alcorcón extraño: La sombra del marqués de Valderas
Rubén, periodista local del periódico alcorconhoy, siempre sintió fascinación por los Castillos de San José de Valderas. Escuchó rumores de vecinos que, al pasear de noche por la zona, creyeron ver una figura tras los ventanales. Decían que era el espíritu del marqués.
Quiso escribir un reportaje sobre ello y revisó documentos municipales, planos, datos sobre su configuración actual…
Averiguó que el castillo fue inaugurado en 1917. Durante la Guerra Civil los Castillos fueron abandonados. En el Castillo Principal se instaló un cuartel. En él se instalaron Franco y Emilio Mola durante las ofensivas sobre Madrid. José Sánchez de Quesada y Bonilla, I Marqués de Valderas, murió en su palacio y fue enterrado en el cementerio de la Sacramental de San Lorenzo en Madrid.
Desde entonces, Los Castillos tuvieron diferentes usos hasta finales de los ‘60 y llegaron a los ‘80 en estado ruinoso.
Encontró también menciones en redes sociales acerca de avistamientos de fantasmas en los castillos…
Una noche de invierno, Rubén accedió al interior con autorización. Una gran nube había ocultado la luna. El parque estaba desierto. Al entrar, sintió un escalofrío. Esa mole de piedra parecía formar parte de la oscuridad, como si se fundiera con ella, haciendo que el castillo fuese más imponente de noche que a la luz del día, como si volviese a ser como era realmente hace décadas en su máximo esplendor.
Ascendió hasta la segunda planta con una pequeña grabadora de audio en la mano. Las vigas crujían. El viento se colaba por los resquicios de puertas y ventanas. A unos diez metros de él, junto a una de ellas, se alzaba una sombra. Apenas un contorno oscuro de contenido difuso a la escasa luz de la luna que atravesaba el cristal, que era prisionera de un cielo cargado de lluvia. La figura permanecía en silencio. Pablo apuntó con su linterna. La figura no se movió.
De pronto, escuchó un chasquido leve y la sombra desapareció. El silencio lo envolvió como si lo abrazase con intención de engullirlo. Guardó la grabadora y salió impresionado sin mirar atrás. Esa noche no durmió.
Volvió a la siguiente armado de valor y con una videocámara. Muy entrada la noche, frente a la misma ventana de la ocasión anterior, captó un reflejo sin origen visible: un hombre con chaqué y sombrero mirando hacia el parque. Pablo alzó la linterna y el reflejo desapareció.
Sintió un frío profundo que le erizó el vello y caminó hacia la salida con el pulso disparado.
Al revisar el vídeo, no vio casi nada. Solo un instante fugaz con una sombra inmóvil pero sin contorno ni rasgos identificables.
Volvió una tercera y última noche sin intención de grabar nada, se sentó en la explanada a unos veinte metros de distancia frente al ventanal y esperó. Ya entrada la madrugada, en el peculiar silencio nocturno y a la luz de las farolas, volvió a verla.
Apareció al otro lado del ventanal. Alto, vestido con ropajes antiguos, con porte solemne. Lo miró, lo saludó con la mano y, tras dedicarle una sonrisa, desapareció.
Y ahora es tu turno, querido lector: ¿Has visto la sombra del marqués?
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Mi último poemario se titula Evolución. También acabo de publicar un libro de cuentos infantiles: El poder de la fantasía.
Comenzaré una nueva serie de artículos dedicados a la salud. Gracias por seguirme y os espero el próximo sábado.
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